INTRODUCCIÓN

El 22 de abril de 1920, el Rey Alfonso XIII, a propuesta del ministro de la Gobernación, el conservador Joaquín Fernández Prida, sancionaba el nuevo Reglamento de la Escuela Oficial de Telegrafía, por el cual se transformaban los estudios de ampliación ya existentes en unos estudios superiores conducentes a la obtención del título de Ingeniero de Telecomunicación. Era la primera vez que aparecía esa titulación en el marco legislativo nacional en España y representó el origen de la profesión que, hoy en día, conserva esta misma denominación y que es la antecesora directa del actual Máster Universitario en Ingeniería de Telecomunicación.

Se cumple este año, por tanto, el centenario de ese acontecimiento histórico que el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT) reconoce, formalmente, como el nacimiento de la profesión. Con ese motivo, la sección española del IEEE desea unirse a tan destacada efeméride recordando en esta breve reseña histórica los acontecimientos que condujeron hasta ese preciso momento.


LA ESCUELA DE APLICACIÓN DE TELÉGRAFOS

Las enseñanzas superiores vinculadas a la Ingeniería de Telecomunicación tienen en España un origen injustificadamente más tardío que las correspondientes a otras profesiones equivalentes como las de: Minas (1777), Caminos (1802), Montes (1843), Industriales (1850) o Agrónomos (1855).

A mediados de siglo XIX, la telegrafía eléctrica se había convertido ya en un habilitador tecnológico imprescindible de las transformaciones sociales de los estados liberales modernos, surgidos tras las monarquías absolutas del antiguo régimen. España no era una excepción y muy pronto, en 1864, el gobierno de Ramón María Narváez dotó al Cuerpo de Telégrafos, creado solo unos pocos años antes, de una estructura similar al resto de cuerpos de ingenieros del Estado. Entre otras categorías, se creó una escala de Ingenieros de Telégrafos de primera y segunda clase cuya formación había de correr a cargo de una Academia Especial, llamada Escuela de Aplicación. Incomprensiblemente, el Consejo de Estado, mostrándose en desacuerdo con aquella decisión, propuso la desaparición de la escala de Ingenieros de Telégrafos, que el gobierno aceptó en 1866, quedando la Escuela convertida en un centro de formación dedicado a la modesta labor de formar a los aspirantes a ingresar en el Cuerpo de Telégrafos, que aprobaban la oposición de acceso al mismo.



LA ESCUELA GENERAL DE TELEGRAFÍA

El siguiente intento de establecer unos estudios superiores relacionados con las comunicaciones eléctricas tuvo lugar en 1906, cuando el Ministerio de la Gobernación creó una Junta de Reforma para estudiar y decidir, entre otros asuntos, sobre la creación de una “Escuela Superior de Telégrafos”.

Tan loable propósito se quedó, sin embargo, en una refundación de la Escuela de Aplicación ya existente que apenas alteró su “estatus-quo”. Como se decía en el articulado del Reglamento Orgánico del Cuerpo de Telégrafos de 1909, de nuevo otra vez, dicha Escuela tenía como misión únicamente “dar a los alumnos los conocimientos prácticos para que puedan desempeñar su cometido al ingresar en el Cuerpo”.

Pero el hundimiento del Titanic, en 1912, vino, dramáticamente, a poner en valor la enorme utilidad social de las comunicaciones eléctricas, en general, y de la radio, en particular. La Conferencia Radiotelegráfica Internacional de Londres, celebrada justo después del naufragio, se vio en la necesidad de tener que ordenar el correcto uso de los sistemas de radiocomunicación de los barcos, así como de establecer los requisitos que debían ser exigidos a los operadores de esa clase de equipos.

Las conclusiones de aquella Conferencia obligaban a España a decidir quién debía asumir la responsabilidad de expedir los certificados de aptitud prevenidos en el Convenio y Reglamento aprobados en Londres. El gobierno del conde de Romanones respondió integrando estas nuevas competencias en la vieja Escuela de Aplicación de Telégrafos, ampliando sus cometidos bajo la nueva denominación de “Escuela General de Telegrafía”.

A los efectos de la presente efeméride, lo más destacado del nuevo centro fue la creación de una sección de estudios superiores dirigida a los Oficiales del Cuerpo de Telégrafos, con el objeto de ordenar su ascenso profesional. No pretendía ser, aún, un lugar de estudio e investigación para el progreso científico de las telecomunicaciones, sino una forma bien organizada de preparar a las élites profesionales del propio Cuerpo de Telégrafos.

Sin embargo, en el Reglamento que siguió al Decreto de creación de la nueva Escuela puede atisbarse ya el principio de una verdadera ingeniería. Sus estudios quedaban divididos en tres cursos, distribuidos a lo largo de cinco semestres, donde se tomaban materias de Matemáticas, Física, Química, Topografía, Dibujo, Electricidad, Telecomunicación, Mecánica, Derecho, Inglés y Alemán.



LA ESCUELA OFICIAL DE TELEGRAFÍA

Sólo un año más tarde, la Escuela General de Telegrafía cambió su denominación por la de Escuela Oficial de Telegrafía, quedando la sección de estudios superiores convertida en una división con dos secciones integradas en ella: una primera de estudios de ampliación que, básicamente, recogía el testigo de los estudios superiores existentes, y una segunda, de nueva creación, de estudios complementarios de telegrafía sin hilos, que no tenía nada que ver con la formación de operadores de radiotelegrafía, sino con el estudio científico del nuevo medio.

Los estudios de ampliación comprendían tres cursos distribuidos en dos años, yendo el primer curso de noviembre a julio, el segundo curso de septiembre a marzo, y el tercer curso de abril a octubre, debiendo realizarse después una memoria final que debía versar sobre “alguno de los conocimientos” adquiridos en las asignaturas de la Escuela.

Los estudios complementarios de telegrafía sin hilos, por su parte, estaban reservados para los alumnos que superaran los de ampliación y que, a juicio de la Junta de Profesores, merecieran, por sus aptitudes excepcionales, permanecer otro semestre más en la Escuela para “adquirir conocimientos especiales”. Aunque la Escuela, formalmente, fuera otra, y el plan de estudios también, la primera y única promoción que ingresó en la Escuela General de Telegrafía continuó sus estudios conforme al plan de estudios de la Escuela Oficial, alcanzando su graduación en marzo de 1917. Fueron un total de 16 oficiales que, actualmente, están considerados como la primera promoción de Ingenieros de Telecomunicación. Si bien, en sentido estricto, ninguno de ellos obtuvo realmente tal titulación en ese momento, pues aún no existía ésta oficialmente.



LA INGENIERÍA DE TELECOMUNICACIÓN

La vida en la nueva Escuela transcurría, monótonamente, entre interrupciones, motivadas por las muchas crisis de gobierno, y un número cada vez más reducido de alumnos, por las dificultades en el acceso y la escasa recompensa percibida tras la superación de los estudios.

Con el objeto de reavivar el interés por estas enseñanzas, el gobierno del conservador Manuel Allendesalazar, en abril de 1920, reorganizó las enseñanzas de la Escuela pasando a ofertarse tres grados educativos diferentes: elemental, medio y superior, al estilo de las enseñanzas universitarias, conduciendo el último de ellos al título de “Ingeniero de Telecomunicación”. Aquella era la primera vez que se mencionaba tal nombre en un documento oficial y, por esa razón, representa formalmente la fecha tomada como nacimiento de la profesión.

Dicho grado superior, según el nuevo Reglamento, estaba constituido por el estudio de “todas las materias indispensables para el completo conocimiento de la telecomunicación, para el de los métodos y sistemas que puedan inventarse, y para realizar trabajos de investigación sin más límites que los que impongan en cada momento la ciencia misma”.

El Reglamento mantenía, no obstante, el acceso a los estudios superiores entre los oficiales del Cuerpo de Telégrafos, pudiendo obtener una de las diez plazas pensionadas aquellos que cumplieran los tres requisitos siguientes: tener menos de treinta y cinco años; contar con dos años, al menos, de servicio de aparatos Morse, Hughes y Baudot; y aprobar una oposición. Aunque se aproximaba en su forma al modelo universitario, se trataba aún de una Escuela estrictamente profesional, no abierta al público en general. Asimismo, el nuevo Reglamento permitía la posibilidad de que los alumnos que hubieran cursado los estudios superiores de ampliación en la Escuela Oficial pudieran optar al título de Ingeniero de Telecomunicación siempre que hubieran superado, además, los estudios complementarios de telegrafía sin hilos. Así fue como esos 16 alumnos graduados en 1917, mencionados anteriormente, conseguirían al año siguiente, en 1921, el título oficial que les convertía en los primeros Ingenieros de Telecomunicación de la historia.



HASTA LA ACTUALIDAD

Los estudios de Ingeniería de Telecomunicación han evolucionado mucho a lo largo de estos 100 años de existencia. Aquella Escuela Oficial de Telegrafía de 1920 cambiaría de nuevo su nombre por el de Escuela Oficial de Telecomunicación en 1930, abriendo sus puertas a estudiantes españoles o extranjeros no procedentes, necesariamente, del Cuerpo de Telégrafos. El plan de Estudios, impulsado por Félix Sanz Mancebo desde su puesto de Director, tenía una duración de cuatro cursos de un año, más un curso preparatorio previo de medio año, más una reválida final.

A partir de ese momento, la Escuela funcionaría ya de forma estable y sin sobresaltos ni amenazas de ninguna clase salvo, naturalmente, el intervalo de la Guerra Civil. El siguiente gran cambio se produciría en 1946, cuando quedaron establecidas las enseñanzas de Ayudantes de Telecomunicación, en sus dos especialidades de: “Radio” y “Líneas y Centrales”, sustituyendo a las enseñanzas previas de Peritos Radiotelegrafistas, Oficial Técnico de Líneas, y Oficial Técnico de Instalaciones y Aparatos. Los nuevos estudios continuaron impartiéndose dentro de la Escuela Oficial de Telecomunicación, junto con los ya consolidados de Ingenieros de Telecomunicación.

Siguiendo el modelo previamente establecido con los Ayudantes de Obras Públicas, la misión de los nuevos Ayudantes de Telecomunicación consistía, precisamente, en “ayudar a los Ingenieros de Telecomunicación en sus funciones y dirigir los trabajos de auxiliares, subalternos y obreros”.

Andando el tiempo, los Ayudantes de Telecomunicación terminarían convertidos, a partir de 1969, en Ingenieros Técnicos de Telecomunicación, desarrollando su actividad profesional junto con los Ingenieros de Telecomunicación hasta la entrada en vigor del último gran cambio legislativo en España. La reforma paneuropea, conocida como “Proceso de Bolonia”, y la creación subsiguiente del Espacio Europeo de Educación Superior a partir de 1999, desmanteló la estructura académica vigente para implantar un modelo de influencia anglosajona basado en una estructura puramente cíclica de “Bachelor” (llamado Graduado en Ingeniería), de cuatro años de duración, más “Master” (denominado Máster Universitario en Ingeniería), de al menos dos años de duración, en el caso de tener atribuciones profesionales, o al menos un año, en el caso de no tenerlas.



Antonio Pérez Yuste
Área de Historia
Sección Española del IEEE 6 de marzo de 2020